Los mosaicos de teselas de piedra tienen su origen en la antigua Grecia. Cuenta la leyenda que al ser una técnica tan delicada y perfecta consideraban que estaba inspirada en las musas.
Los romanos solo empleaban los mosaicos para decorar las paredes, los llamados mosaicos parietales, pero posteriormente descubrieron que los suelos de mosaico eran resistentes a las pisadas y al paso del tiempo, y empezaron a utilizarlos como elemento decorativo en villas y palacios.
Los mosaicos tienen una antiquísima tradición en Catalunya debido al periodo de dominación romana. Aunque han estado presentes a lo largo de los siglos, es cierto que el modernismo fue el gran impulsor de la tradición mosaicista. Casa Batlló, el Palau de la Música, el Hospital de Sant Pau, el Palau Güell y algunos de los edificios más importantes del Ensanche barcelonés, como Casa Burés, son algunos de los ejemplos más destacados.