Los inicios de la tradición vitralista del modernismo se remontan a finales del siglo XIX. Las vidrieras estuvieron muy presentes en el gótico pero con el paso de los siglos fueron desapareciendo hasta que el modernismo recuperó una gran variedad de artes aplicadas, entre ellas las vidrieras tanto para edificios religiosos como para casas de particulares.
Los orígenes de esta recuperación en la década de 1860 se atribuyen a los ingleses, y a la existencia de numerosos talleres y fábricas de vidrio. En Cataluña surgen una serie de talleres que empiezan a fabricar vidrieras muy elaboradas.